miércoles, 15 de diciembre de 2010

CONTROLADORES


La comparecencia del Ministro de Fomento en el Parlamento Nacional para explicar la situación en la que se encuentra el conflicto con el colectivo de controladores ha resultado, cuando menos, clarificadora. Los ciudadanos, mayoritariamente, apoyan el estado de alarma decretado por el Gobierno, como una medida excepcional para una situación excepcional, y la mayoría del Parlamento apoya también la prórroga de esta medida para garantizar la libre circulación en el espacion aéreo ,en la Navidad.

¿Porqué hemos llegado a una situación cómo ésta?. La respuesta es muy sencilla. Porque durante los últimos veinte años, entre todos, hemos permitido que unos funcionarios públicos se hayan convertido en una casta de privilegiados que trabajan menos horas que sus homólogos europeos, que cobran dos y tres veces más que los controladores alemanes o ingleses y que sus productividad está por debajo de la de los controladores europeos. Sencillamente por eso.


Una situación de privilegios que no quieren perder y que hace que no quieran llegar a la firma del nuevo Convenio Colectivo en el que se recoja una nueva situación laboral que restringe sus privilegios, que mantiene en 1800 las horas de trabajo aunque sólo 80 de ellas son horas extraordinarias y no 600 como cobraban, al triple de precio que las horas ordinarias, con la situación anterior. Como el recorte de privilegios es evidente se niegan sistemáticamente a firmar un nuevo acuerdo y chantejean al Estado con paralizar la actividad aeroportuaria. Inaceptable, simplemente inaceptable.


El Estado de derecho no puede permitir el chantaje de unos pocos a los muchos que tienen el derecho a la libre circulación por el espacio aéreo. Unos pocos no pueden imponer sus condiciones al Estado y, por tanto, la respuesta de éste no podía ser otra que garantizar los derechos de los ciudadanos. Esta es la situación. Un Gobierno que utiliza las armas del Estado de Derecho para hacer frente al sabotaje de una casta de privilegiados. Y un Partido Popular que dice que apoya al Gobierno pero que no pierde ocasión de desgastarlo hasta en un asunto que, por el daño a la economía del país, a la imagen exterior de España y a los propios usuarios, se convierte en una cuestión de Estado.


La memoria es alargada y por eso, porque conocemos al Partido Popular, no nos sorprende que en sus genes esté ser fuerte con los débiles y débil con los poderosos. Así lo hicieron cuando gobernaron España y así se comportan en la oposición. En el fondo son los defensores de los privilegios de los pocos frente al derecho de los demás y no dudan en pisotear a la mayoría para defender a los privilegiados. Así ha sido históricamente y así es. Porque mientras Rajoy se tomaba copas en Lanzarote y Esteban González Pons repartía insidias a diestro y siniestro, el Gobierno lidiaba con éxito uno de los retos más importantes a los que ha tenido que hacer frente y mientras Rajoy mira para otro lado, Zapatero afronta los problemas y garantiza que nunca más el abuso de posición de un colectivo de élite puede chantajear al Estado. Aprendan Señores del Partido Popular.