miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mi discurso sobre la despoblación.


El problema de la despoblación y el envejecimiento es un problema estructural que afecta a España en su conjunto, pero en especial a zonas con características específicas que forman parte, en función de su baja densidad de población de lo que se denomina "desierto demográfico".

Es verdad que la propuesta del Gobierno de estudiar una estrategia global para analizar los efectos de la despoblación supone la constatación de que es éste un elemento fundamental  en lo que supone el mantenimiento del Estado del Bienestar e incluso un elemento fundamental a la hora de dibujar un futuro económico que se presenta incierto.

Existe sin duda un relación directa entre  la crisis económica y la pérdida de población, igual que existe una relación directa entre las respuestas que ha dado el gobierno para luchar contra la crisis económica, porque la pérdida de población no se produce de manera homóloga en todos los territorios, sino que existen un grave desequilibrio territorial que lleva a que la pérdida de población se produzca en la España interior, mientras que la costa mantiene una densidad de población muy por encima de los territorios de la meseta.

Ya lo indicó Gabriel Tortella, para quien está comprobado que existe una correspondencia entre el crecimiento poblacional y la modernización de la economía. En general, los países cuya población más que se dobló en el siglo XIX son aquellos cuya economía se industrializó.  Atentos pues a este elemento, la industrialización como elemento que hace crecer la población y la desinsustrialización, como fenómeno inverso hace decrecer la población.

En el siglo XX  se produce un movimiento, que continúa en nuestro tiempo y que deriva de la Edad Media que consiste en  el desplazamiento de la población española de norte a sur y la tendencia de la población a concentrarse en la costa mediterránea y atlántica-meridional. Es decir, se produce una dualidad entre las zonas costeras ricas y pobladas, con modernas comunicaciones y una España interior despoblada, con alto grado de ruralidad, donde, a excepción de Madrid, la industrialización se ha producido en las grandes ciudades y no en las poblaciones del mundo rural y donde las grandes infraestructuras  están todavía a la espera de su realización.

En el debate que se produjo en el Congreso en el mes de junio, hice mención a Ignatiev y a su libro fuego y Cenizas. En él expresaba la situación de Canadá que bien puede parecerse a la nuestra y decía: " el país estaba dividido en dos tipos de lugares; aquellos en los que podías ganarte la vida en el mismo lugar en que creciste y aquellos de los que te tenías que marchar si querías tener oportunidades de una vida mejor".

Ésta es una desigualdad de la que nadie habla y el Grupo Socialista quiere hablar de ella. Porque no hay nada malo en dejar el lugar en el que uno nace  si eso es lo que se quiere, pero no parece justo que marcharse sea hoy la única opción para tanta gente. Y yo no quiero acusar al Gobierno de que no ataje la despoblación de las zonas más remotas, pero, sin duda, podía hacer algo más de lo que hace, o mejor podía hacer las cosas de manera bien diferente a como las hace.

Porque los desplazamientos de la población de las zonas remotas, del interior de España a la costa o bien a otros países no se produce porque los habitantes de esos territorios sean menos trabajadores que los de otros lugares, o sean menos inteligentes que los de otros sitios, se produce porque las condiciones geográficas, económicas, sociales y culturales no les permiten poder realizar su proyecto vital  allí donde desean.

¿Y qué puede hacer el Gobierno  para darle la vuelta a esta situación?, pues muchas cosas de las que no hace y otras que las hace al contrario de lo que aconsejaría una lucha rigurosa contra este fenómeno. Es decir, cambiar su política económica, abandonar la devaluación salarial, dejar de aumentar los impuestos y terminar con los recortes en sanidad, en educación en dependencia, y además, tomar medidas específicas para estos territorios, pensar que la especificidad de los mismos requiere acciones puntuales, rápidas y reales para que esa sangría poblacional se frene y, precisamente, a reconocer esta especificidad se refiere la enmienda que el Grupo Socialista presentó en el Congreso.

Quitar un médico en Madrid, en Valencia, en Barcelona o en Zaragoza va en detrimento de la calidad sanitaria que reciben los ciudadanos; amortizar una plaza de maestro en estos lugares merma, sin duda, la calidad educativa que reciben los niños en cualquier núcleo urbano, pero amortizar un médico o un maestro  en un pueblo supone el cierre del colegio o del centro de salud y tiene como consecuencia el abandono  a corto o medio plazo de esas poblaciones por parte de los habitantes que desean vivir en él, pero con unas condiciones que las circunstancias y las políticas públicas no le permiten.

Pagar los mismos impuestos en las zonas rurales que en las urbanas y ver aumentados  más de 40 de ellos en los tres últimos años o cobrar salarios de 400 euros, o ver cómo las percepciones por desempleo son menores y menor el tiempo de percepción es un grave problema en la ciudad y en los pueblos, pero en el mundo rural se condena a mucha gente a la subsistencia porque no hay alternativas de trabajo ni en cantidad ni en calidad.

 Es evidente que asistimos a un abandono de lo rural que nos enfrenta a nuevos riesgos ambientales y ecológicos de incalculables consecuencias. Y esto es lo que están haciendo los gobierno del PP en toda España, recortar y recortar condenando a muchos pueblos a cerrar escuelas, consultorios y a abandonar sus hogares.

¿En qué ayuda a asentar la población recortar los fondos de la minería en Aragón o Asturias o León? ¿En qué ayuda a asentar la población que el Gobierno haya aceptado una PAC que niega a los jóvenes que quieren ser un relevo generacional en la agricultura que no puedan cobrar los "derechos" de la PAC? ¿En qué ayuda a asentar la población el facilitar prácticas de fracking en las zonas más remotas y rurales que sufrirán las consecuencias  físicas de estas prácticas mientras van a comprobar cómo grandes multinacionales se llevan el valor añadido bruto de sus recursos endógenos?

 Estos son algunos ejemplos de lo que hace el Gobierno y nunca debería hacer si quiere equilibrar la distribución geográfica de la población en España.  Y, a sensu contrario, ¿por qué el Gobierno no impulsa planes con la ayuda de las grandes empresas para que éstas puedan ubicar sucursales en las zonas más despobladas? o ¿por qué el Gobierno no invierte más en infraestructuras en estas zonas, como lo demuestran los recortes de los últimos ejercicios presupuestarios?, o ¿porqué el Gobierno no ayuda para que las tecnologías de la información lleguen en las mismas condiciones al mundo rural que al urbano?, o ¿por qué el Gobierno  en vez de poner trabas a las ayudas a la reindustrialización, no ayuda a realizar programas en las zonas más deprimidas para que las empresas dispongan de mejores condiciones para asentarse en estas poblaciones?

Se puede debatir lo que se quiera sobre despoblación, se pueden estudiar todas las estrategias que sea necesario sobre un asunto complejo pero no es  literatura, que existe y amplia, lo que nos piden los ciudadanos afectados por este problema, lo que nos piden es acción.

 Lo que vislumbran los ciudadanos de Ávila,  Badajoz, Cáceres, Cuenca, Lugo, Ourense, Palencia, Segovia, Soria, Teruel o Zamora, que son las provincias con mayor pérdida de población desde 1950 hasta hoy, es que falta  voluntad política , lo que comprueban  cada día los pocos habitantes que quedan en estos lugares es que no existe es un Gobierno con sensibilidad para corregir los desequilibrios territoriales e implementar acciones para corregirlos, lo que no existe es liderazgo  para entender que un país no es país si no posibilita que los ciudadanos tengan las mismas oportunidades sea donde sea el lugar en el que quieran residir.

Porque estamos hablando de eso, de desigualdad y este Gobierno no hace lo necesario para corregir las desigualdades entre los ciudadanos y entre los territorios. No es que no lo haga, es que esconde la cabeza debajo del ala cuando se trata de poner de acuerdo a las Comunidades gobernadas por el PP para hacer un nuevo sistema de financiación que debería tener en cuenta la despoblación como elemento de desigualdad.  Es que se niega a entender que sólo industrializando de nuevo España  solventaremos este problema, es que niega la especificidad de los territorios que han tenido por condiciones económicas, geográficas, culturales o sociales, peores oportunidades de desarrollo y, por tanto, necesitan que esa especificidad sea compensada con  mayores inversiones.

Por ello, el PSOE presentó una enmienda a la PNL del Grupo Popular en la que intentaba consensuar medidas para que el PP baje de las musas al teatro e implemente medidas concretas para la lucha contra la despoblación.

Termino recordando las Mocedades del Mío cid como ejemplo de la máxima que utiliza el Gobierno, en cualquiera de las políticas que ha venido desarrollando. Decía Guillen de Castro en las Mocedades: "Procure siempre acertalla, el honrado y principal, pero si acertare mal, defendella y no enmendalla".

Pues bien, el Gobierno acierta mal en sus políticas económicas y mal haría, en defendella  porque estamos a tiempo de enmendalla.