sábado, 29 de marzo de 2014

Populismo punitivo y autoritarismo.


La crisis económica ha servido como excusa para que el Gobierno comenzara una contrarreforma legislativa sobre aspectos esenciales de la convivencia que, sin duda, suponen un recorte de las libertades públicas, de los derechos individuales y colectivos y de derechos económicos y sociales que habían devenido normales desde la aprobación de la Constitución.

Hemos advertido reiteradamente que nada tenía que ver con la crisis la reforma educativa y la implantación de la Religión en los currículos escolares , nada tiene que ver con la crisis la reforma de la ley del Aborto que nos retrotrae al siglo XIX y condena a las mujeres a que otros dispongan sobre lo que tienen que hacer con su maternidad y nada tiene que ver con la crisis económica la modificación del Código Penal, o la nueva ley de Seguridad Privada o la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana. O tal vez sí. O tal vez el relato socioeconómico de la derecha que nos gobierna se base en una estrategia que supone tomar medidas gravísimas que afectan a las clases medias y bajas, que empobrecen a amplias capas de la sociedad que se ven condenadas a protestar cuando no a delinquir para poder comer. Y contra esas actitudes de protesta, del ejercicio legítimo a la manifestación, de delincuencia menor propiciada por el hambre, se lanza una batería de normas legales que afectan directamente al pacto social que nos ha permitido convivir pacíficamente durante más de treinta años.

 De este modo podrán comprobar cómo la Ley de Seguridad Privada prevé, entre otras pequeñas cosas, que empresas privadas de seguridad que pueden ser extranjeras pueden disolver manifestaciones. O sea que pueden venir fornidos muchachos de los Países Bajos a lavar la afrenta del asesinato del conde de Edmond por el duque de Alba en el costillar de maestros que están reclamando por sus contratos en una administración, como dice el profesor Alvarez García. Una ley construida sobre el principio de la sustitución de la seguridad pública por la privada y por una demonización de las manifestaciones.

Y qué decir de la modificación del Código Penal, un anteproyecto del que hablan mal hasta los expertos que comparecen en el Congreso a propuesta del PP. Un proyecto que se engancha en las medidas penales aprobadas en la Alemania nacionalsocialista y alguna de cuyas perlas es la “prisión permanente revisable”, un concepto que aúna el populismo con el autoritarismo propio del franquismo , que vulnera el art. 9 y el 25 de la Constitución, que constituye un trato inhumano para el reo y que afecta a la reinserción y la rehabilitación, elementos sustantivos de la doctrina constitucional penal en España. Si les parece poco esto revisen el concepto de “libertad vigilada” para la disidencia política y social que nos vincula con la vieja ley de vagos y maleantes y con la de peligrosidad y rehabilitación social y terminarán por preguntarse si esto es cosa de locos o de fascistas.

Por si no tienen suficiente con esto, repasen, queridos lectores, la conversión de faltas en delitos y comprobarán el ataque a los que no tienen recursos frente a la cuasi impunidad de los delitos económicos o también llamados de cuello blanco y así podrán convencerse de que en esta sociedad donde cada vez hay más pobres es muy  mala cosa ser pobre, sobre todo si tienen la tentación de ampararse bajo la protección de este Gobierno.