Leía, no hace mucho, una entrevista de un periódico de tirada nacional con D. Fernando Álvarez de
Miranda, Ex-presidente del Congreso y quien puso rúbrica a la Constitución, que
me impresionó. Álvarez de Miranda, un
hombre bueno, cuyo origen venía de una familia conservadora fue uno de los
muñidores de un texto constitucional que sirvió para cerrar las heridas
abiertas entre las dos Españas, en unos
momentos en los que el finiquito del régimen franquista no podía llevar a otra
salida que no fuera la democrática. Para quienes les guste la historia reciente
encontrarán en Alvarez de Miranda un hombre afable, tranquilo consigo mismo,
pero, a la vez, un observador crítico de la realidad española ,
como crítico fue con el franquismo. Por eso no es extraño oirle exclamar: "La Constitución necesita reformas.
Dejen de quejarse: hablen y háganlas".
Tras la lectura de esta entrevista antológica , he asistido
al Acto Institucional de la Constitución, donde el Gobierno da su visión de la
realidad constitucional. Y debo confesar que no salgo de mi asombro. entre
autoridades civiles y militares, casi más militares que civiles, he oído que la
preocupación del Gobierno es la indisoluble unidad de la nación española. La
unidad de España y la inminente salida de la crisis (después de conocer que en
noviembre la Seguridad Social ha perdido
más de 68.000 afiliados, en Teruel más de 700, que ya es decir..), son los dos
elementos que preocupan más a quienes más fomentan el independentismo y a quienes
tienen la responsabilidad de crear empleo , después de haber perdido más de
1.000.000 de empleos en dos años.
Vistas las dos realidades que se viven en el mundo
conservador, me pregunto si será posible
hacer algún día una reforma pactada del texto constitucional que sirva para
resolver los muchos y variados problemas a los que no da respuesta el vigente
texto constitucional.Así, una reforma del Título VIII de la Constitución que resuelva el problema del café para todos y que tantas insatisfacciones está causando en la sociedad española. Una España federal es la única salida al independentismo catalán, lo que no es salida es el tancredismo o la confrontación.
Hay que hacer cambios para que los partidos políticos sean más abiertos, para acabar con la corrupción, cuyas secuelas han situado a España, en el último año, diez puntos por debajo de nuestra posición anterior, según Transparencia Internacional. Hemos de cambiarla para que la igualdad real entre hombres y mujeres llegue también a la sucesión en la Corona. Hemos de cambiarla para consitucionalizar los servicios sanitarios universales, los servicios sociales básicos, para equilibrar la balanza después de la modificación del artículo 135 y hemos de cambiarla para que sea cierto aquello que el Rey de España dijo en el mensaje de Navidad de hace dos años: que la justicia sea igual para todos. Y aún estamos esperando.
En definitiva, si no queremos que la despolitización de la ciudadanía y la desafección hacia las Instituciones siga aumentando, no podemos descuidarnos. La sociedad no aguanta más y no van a frenar las ansias de cambio ni discursos autocomplacientes e inmovilistas ni leyes represoras como la ley de Seguridad Ciudadana que aprobó el Consejo de Ministros y que no es sino una ley que cercena derechos básicos consagrados en nuestra Constitución. Dejen de quejarse. Hablen y hagan las reformas que la Constitución necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario