jueves, 5 de diciembre de 2013

La Constitución es algo más


Leía, no hace mucho, una entrevista de un periódico de tirada nacional con D. Fernando Álvarez de Miranda, Ex-presidente del Congreso y quien puso rúbrica a la Constitución, que me impresionó.  Álvarez de Miranda, un hombre bueno, cuyo origen venía de una familia conservadora fue uno de los muñidores de un texto constitucional que sirvió para cerrar las heridas abiertas entre las dos Españas, en unos momentos en los que el finiquito del régimen franquista no podía llevar a otra salida que no fuera la democrática. Para quienes les guste la historia reciente encontrarán en Alvarez de Miranda un hombre afable, tranquilo consigo mismo, pero, a la vez, un observador crítico de la realidad española , como crítico fue con el franquismo. Por eso no es extraño oirle exclamar: "La Constitución necesita reformas. Dejen de quejarse: hablen y háganlas".

Tras la lectura de esta entrevista antológica , he asistido al Acto Institucional de la Constitución, donde el Gobierno da su visión de la realidad constitucional. Y debo confesar que no salgo de mi asombro. entre autoridades civiles y militares, casi más militares que civiles, he oído que la preocupación del Gobierno es la indisoluble unidad de la nación española. La unidad de España y la inminente salida de la crisis (después de conocer que en noviembre  la Seguridad Social ha perdido más de 68.000 afiliados, en Teruel más de 700, que ya es decir..), son los dos elementos que preocupan más a quienes más fomentan el independentismo y a quienes tienen la responsabilidad de crear empleo , después de haber perdido más de 1.000.000 de empleos en dos años.
Vistas las dos realidades que se viven en el mundo conservador, me pregunto si será posible hacer algún día una reforma pactada del texto constitucional que sirva para resolver los muchos y variados problemas a los que no da respuesta el vigente texto constitucional.

Así, una reforma del Título VIII de la Constitución que resuelva el problema  del café para todos y que tantas insatisfacciones está causando en la sociedad española. Una España federal es la única salida al independentismo catalán, lo que no es salida es el tancredismo o la confrontación.

Hay que hacer cambios para que los partidos políticos sean más abiertos, para acabar con la corrupción, cuyas secuelas han situado a España, en el último año, diez puntos por debajo de nuestra posición anterior, según Transparencia Internacional. Hemos de cambiarla para que la igualdad real entre hombres y mujeres llegue también a la sucesión en la Corona. Hemos de cambiarla para consitucionalizar los servicios sanitarios universales, los servicios sociales básicos, para equilibrar la balanza después de la modificación del artículo 135 y hemos de cambiarla para que sea cierto aquello que el Rey de España dijo en el mensaje de Navidad de hace dos años: que la justicia sea igual para todos. Y aún estamos esperando.

En definitiva, si no queremos que la despolitización de la ciudadanía y la desafección hacia las Instituciones siga aumentando, no podemos descuidarnos. La sociedad no aguanta más y no van a frenar las ansias de cambio ni discursos autocomplacientes e inmovilistas ni leyes represoras como la ley de Seguridad Ciudadana que aprobó el Consejo de Ministros y que no es sino una ley que cercena derechos básicos consagrados en nuestra Constitución.  Dejen de quejarse. Hablen y hagan las reformas que la Constitución necesita.

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