sábado, 7 de junio de 2014

Tras la abdicación del Rey.


El día 2 de junio de 2014 nos sorprendía el Rey con el anuncio de su abdicación. De inmediato algunas fuerzas políticas han iniciado una estrategia de presión para que la sucesión en la Corona no se produzca tal y como prevé la Constitución, sino que sea sometida a un  referéndum, y apelan al mayor o menor espíritu republicano de unos u otros.

Es posible que éste sea un buen momento para recordar que nuestra Constitución se sometió a referéndum y los españoles aprobamos como forma política del Estado la Monarquía parlamentaria. Y se hizo porque la misma fue fruto de un amplísimo consenso y de una reconciliación entre las dos Españas, que dio lugar a la etapa de paz más larga y duradera en los últimos siglos.

 Hay quien dice que esta Constitución no ha sido aprobada por una mayoría de españoles de las nuevas generaciones lo que no le quita un ápice de validez jurídica como no le quita a la Constitución de los Estados Unidos, mucho más antigua que la nuestra, ninguna validez el hecho de que las nuevas generaciones de estadounidenses no la hayan votado.

A este consenso constitucional contribuyeron distintas fuerzas políticas, desde el Partido Comunista que votó a favor de la Monarquía hasta el PSOE que se abstuvo, pasando por UCD o Alianza Popular, a ese consenso contribuyeron diputados aragoneses como Hipólito Gómez de las Roces o Emilio Gastón, ambos defensores de la Monarquía constitucional, como se refirieron a ella en sus enmiendas particulares. Parece pues chocante que quienes son herederos del Partido Comunista sean hoy los que piden con más ardor la celebración de un referéndum sobre la forma del Estado no contemplado  legalmente.

Por eso resulta pertinente recordar la figura de Santiago Carrillo y su histórico discurso del día 5 de mayo de 1978. En él,  D. Santiago  que era consciente de que conseguir la democracia era más importante que la forma de Gobierno y consciente también de que el cambio no se había producido por una ruptura revolucionaria, hecha de golpe, como por ejemplo sucedió en Portugal, sino por un proceso que responde a una política de reconciliación, apostillaba: " Un Partido político que se propone transformar la sociedad no puede prescindir de la realidad. Si en las condiciones concretas de España pusiéramos sobre el tapete la cuestión de la República, correríamos hacia una aventura catastrófica en la que, seguro, no obtendríamos la República, pero perderíamos la democracia. Tal riesgo podría correrlo un grupo puramente testimonial que no se proponga hacer política. Un Partido serio y responsable, dispuesto a hacer avanzar el cambio democrático, a convertirse en fuerza de gobierno, no puede  lanzarse y lanzar al país en esa aventura".

Esa fue la posición del líder del Partido Comunista, la de un hombre sensato que contribuyó a asentar la democracia y a buscar la reconciliación y la paz.

Pero conviene traer a colación la posición del PSOE, un partido que también se llama republicano, que se abstuvo en la votación sobre la Monarquía e hizo una defensa, más o menos ardiente de la República, en boca de Gómez Llorente dijo dos cosas sustanciales: 1.-"(...) La actitud de los socialistas ante la institución monárquica es más serena, más de principios, más estable, probablemente más sincera. No ocultamos nuestra preferencia republicana, incluso aquí y ahora, pero sobrados ejemplos hay de que el socialismo, en la oposición y en el poder, no es incompatible con la Monarquía cuando esta institución cumple con el más escrupuloso respeto a la soberanía popular y a la voluntad de reformas y aún transformaciones que la mayoría del pueblo desee en cada momento ya sea en el terreno político o económico".

2.-"El proceso de reforma política hace inevitable que en su día se pronuncie el pueblo sobre el conjunto de la Constitución, y puesto que ello es previsible y racionalmente inevitable, no haremos obstrucción, sino que facilitaremos el máximo consenso a una Constitución que ha de cerrar cuanto antes este periodo de la transición y abrir el camino a nuevas etapas de progreso y transformaciones económicas y sociales, a las que en nada renunciamos, y para las que sólo pretendemos ser un instrumento de nuestro pueblo."

Ese fue el comportamiento político de la izquierda en la elaboración de la Constitución. Por eso hoy, cuando los parlamentarios tengamos que decidir sobre la Ley Orgánica que regula la abdicación del Rey yo votaré afirmativamente, sin el remordimiento de pensar que traiciono la memoria de tantos que dieron su vida por defender la democracia, la igualdad y la libertad antes que la República o la de quienes, afortunadamente, pudieron vivir para contemplar cómo las dos Españas estaban reconciliadas y la democracia y la libertad imperaba en nuestro país. Seguro que Víctor-Flores Cosa Sanz, Evaristo Corella, Ángel Cosa, Vicente Guillén, Jaime Sebastián, Modesto Edo o César Abril y tantos republicanos que fueron fundadores del PSOE en mi pequeña localidad  sabrán comprenderme.

A quienes respetando su decisión hacen política pequeña para arañar votos al PSOE, buscando  que se produzca un "sorpasso" en la izquierda que les ubique en el lugar que siempre creyeron que les pertenecía y hasta ahora no han podido lograr, voy a recodarles otro pasaje de Santiago Carrillo:"Hay que darse cuenta de que en estas condiciones, si las instituciones de gobierno surgieran discutidas por la izquierda, aunque esto sólo se hiciese con un gesto para la galería, nosotros mismos estaríamos contribuyendo a inclinarlas y desplazarlas hacia la derecha, e incluso hacia la ultraderecha que avizora todos los errores de la izquierda para recuperar el terreno perdido". Nunca antes este texto ha tenido tanta actualidad.

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