viernes, 9 de marzo de 2012

REFORMA LABORAL Y PACTOS


Hace muy pocos días los empresarios y los sindicatos de ámbito nacional firmaban un Pacto de salarios mediante el cual los trabajadores sujetos a Convenio verían incrementados sus emolumentos un 0,5% en 2012 y un 0,6% en 2013, un acuerdo de adaptación salarial a la difícil situación por la que atraviesan muchas empresas y un acuerdo que se aleja, sin duda, de los esquemas de negociación salarial que tenían como referencia el IPC. Pero este acuerdo no se quedaba ahí porque posibilitaba un sistema de flexibilidad pactada en cuanto a horarios, movilidad, es decir funcionamiento de la empresa y ,sobre todo, unía los salarios a la productividad en una parte variable.

Ahí es nada, se cambiaba un esquema de funcionamiento en las relaciones empresa/trabajadores histórico en el que para aumentar la competitividad de las empresas, los trabajadores renunciaban a ligar los salarios a los precios y accedían a ligarlos a la productividad y a los resultados de la empresa. Un paso de transcendencia histórica en materia de acuerdos laborales compensado por la prevalencia de los Convenios Colectivos provinciales que se situaban como marco de referencia si fallaba la negociación entre la empresa y los trabajadores. En definitiva no se modificaba el marco de relaciones laborales en las que la negociación colectiva actúa como elemento de seguridad para los trabajadores, parte más débil de la relación laboral.



En Aragón, empresarios y sindicatos han logrado un Acuerdo Social por la Competitividad y el Empleo 2012-2015 bajo la atenta mirada del Consejero de Economía en lo que es un ejemplo de consenso, de lealtad mútua y de prevalencia del interés general. Un acuerdo que busca aumentar la competitividad de nuestras empresas, de mejorar la productividad de los trabajadores y de preservar un marco de política social en la Comunidad Autónoma. Un éxito de Lóriz, Buey, Morte y López de Hita, y también de Bono, por qué no decirlo, cuyos resultados están por ver pero que marca una línea de trabajo muy recomendable y que continúa con los acuerdos logrados en anteriores gobiernos.


Dicho esto, la pregunta que podemos hacernos es por qué el Gobierno de Rajoy ha dinamitado el Acuerdo sobre salarios con una Reforma Laboral injusta, ineficaz e innecesaria. Una reforma laboral que abarata el despido, que deja la negociación colectiva en papel mojado, que debilita la relación empresario/trabajador a favor de los primeros y que, como ha reconocido el Presidente del Gobierno no sólo no va a crear empleo, en el corto espacio de tiempo, sino que va a destruir más de 600.000 empleos. ¿Cuál es la necesidad imperiosa que tiene el Gobierno para que, logrado un siempre difícil acuerdo entre empresarios y sindicatos, lo borre de un plumazo?.  ¿Tal vez sea un guiño a los mercados siempre insaciables que reclaman medidas de dureza máxima a los pigs europeos, y en especial a España o sea, quizás, un quedar bien con el espiritu luterano de la Merkel que castiga a los vagos sureños y quiere imponer la moral prusiana?, o ¿es tal vez un puñetazo en la mesa de un Presidente que necesita ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles?


El Partido Popular goza de una amplia mayoría parlamentaria que le legitima para tomar el camino de la contrareforma o para transitar por la senda del acuerdo. Por lo visto está más cómodo en la imposición en materia laboral y en las medidas contrareformistas en materia de derechos civiles. Ahí está la intención de Gallardón con la ley del aborto y su impúdica justificación sobre la presión estructural a las mujeres embarazadas para que aborten, ¡y éste era el liberal del Gobierno…¡, o la supresión fulminante de la Oficina para la búsqueda de los restos de desaparecidos del franquismo o la justificación para suprimir la asignatura de Educación para la Ciudadanía por suponer un adoctrinamiento ideológico, como si se tratara de imponer a los alumnos el nacionalcatolicismo, por poner sólo unos pocos ejemplos.

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Es una opción, es su opción , pero como siempre la ciudadanía a cada acción contesta con una reacción y no pueden extrañarse ni llevarse las manos a la cabeza si esa reacción está en la calle. Ellos lo han buscado porque no sólo no buscan el acuerdo sino que dinamitan aquellos a los que otros llegan. Por eso estoy más con los que aceptan el acuerdo en Aragón que con los que lo dinamitan en Madrid, aunque, en el fondo, los que imponen una reforma laboral en Madrid también pueden contribuir a dejar en papel mojado los acuerdos de Aragón.

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